Lo real jamás es completamente soluble en lo visible, escribió el filósofo argelino Jacques Ranciére. Esta potente enunciación dispara justo hacia aquella que manifiesta que “una imagen vale más que mil palabras”.
Es necesario comprender que las imágenes siempre son producidas. Por esta razón están atravesadas por las características sociales, políticas, económicas y culturales de una sociedad en un momento histórico determinado y requieren de marcos teórico-críticos para ser analizadas. La reposición de sentidos dependerá del entrenamiento de cada espectador y complejizará cada recepción que de ellas se haga.